Por el fondo de los valles de la Reserva discurren dos arroyos como son el Tegeo, con nacimiento en el Cerro Becerril, y el de la Iruela, en el Pico Chanoceño. Ambos tributan en el río Compludo que nace a escasos kilómetros más arriba (Ver mapa). La pronunciada orografía de estos valles influye en la formación de saltos de agua o cascadas, conocidas por estos lugares como gualtones, sobre todo en el arroyo de la Iruela, donde se desarrolla una rica comunidad de helechos y musgos. Son cauces estrechos y por tanto, bastante umbríos debido a la presencia del impresionante bosque en galería compuesto por alisos (Alnus glutinosa), vetustos ejemplares de chopo (Populus nigra) y sauces (Salix sp.).
Estos cauces son el hábitat idóneo para la trucha (Salmo trutta), la rana patilarga (Rana iberica), el mirlo acuático (Cinclus cinclus) y el desmán de los pirineos (Galemys pyrenaicus); y los bosques de ribera para la oropéndola (Oriolus oriolus) en verano y los lúganos (Carduelis spinus) en época de invernada. Además se pueden encontrar rastros (huellas y excrementos) de diversos mustélidos como el turón (Mustela putorius), la garduña (Martes foina) y la comadreja (Mustela nivalis).
Los fondos de valle al presentar suelos más profundos se ve favorecido el asentamiento de bosques mixtos de arces (Acer sp.), fresnos (Fraxinus excelsior) y avellanos (Corylus avellana), y anejo al arroyo del Tegeo, de forma muy localizada en el valle del Fontanal, se encuentra un singular bosquete de gran valor compuesto por olmo de montaña (Ulmus glabra).
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Otros enlaces sobre Vegetación y Fauna de la Reserva:
› Encinar
› Núcleo rural
› Melojar o rebollar
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